miércoles, 30 de marzo de 2022

Que me dice Dios 4

 Lucas (15, 1-10)

La oveja perdida 

1Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. 2Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: —Éste recibe a los pecadores y come con ellos.

3Entonces les propuso esta parábola: 4—¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y sale en busca de la que se perdió hasta encontrarla? 5Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, 6y, al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: «Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió». 7Os digo que, del mismo modo, habrá en el cielo mayor alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión.

La dracma perdida

8»¿O qué mujer, si tiene diez dracmas y pierde una, no enciende una luz y barre la casa y busca cuidadosamente hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que se me perdió». 10Así, os digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Juan (4,43-54)

 43Dos días después marchó de allí hacia Galilea. 44Pues Jesús mismo había dado testimonio de que un profeta no es honrado en su propia tierra. 45Cuando vino a Galilea, le recibieron los galileos porque habían visto todo cuanto hizo en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

46Entonces vino de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún, 47el cual, al oír que Jesús venía de Judea hacia Galilea, se le acercó para rogarle que bajase y curara a su hijo, porque estaba a punto de morir. 48Jesús le dijo: —Si no veis signos y prodigios, no creéis.

49Le respondió el funcionario real: —Señor, baja antes de que se muera mi hijo.

50Jesús le contestó: —Vete, tu hijo está vivo. 

Aquel hombre creyó en la palabra que Jesús le dijo y se marchó.

51Mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro diciendo que su hijo estaba vivo. 52Les preguntó la hora en que empezó a mejorar. Le respondieron: —Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.

53Entonces el padre cayó en la cuenta de que precisamente en aquella hora Jesús le había dicho: «Tu hijo está vivo». Y creyó él y toda su casa.

54Este segundo signo lo hizo Jesús cuando vino de Judea a Galilea.

Juan (5, 1-18)

Curación del paralítico

1Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos, 3bajo los que yacía una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. (4)

5Estaba allí un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años. 6Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo: —¿Quieres curarte?

7El enfermo le contestó: —Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se mueve el agua; mientras voy, baja otro antes que yo.

8Le dijo Jesús: —Levántate, toma tu camilla y ponte a andar.

9Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado. 10Entonces le dijeron los judíos al que había sido curado: —Es sábado y no te es lícito llevar la camilla.

11Él les respondió: —El que me ha curado es el que me dijo: «Toma tu camilla y anda».

12Le interrogaron: —¿Quién es el hombre que te dijo: «Toma tu camilla y anda?».

13El que había sido curado no sabía quién era, pues Jesús se había apartado de la muchedumbre allí congregada.

14Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: —Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor.

15Se marchó aquel hombre y les dijo a los judíos que era Jesús el que le había curado. 16Por eso perseguían los judíos a Jesús, porque había hecho esto un sábado. 17Jesús les replicó: —Mi Padre no deja de trabajar, y yo también trabajo.

18Por esto los judíos con más ahínco intentaban matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Juan (5, 19-30) 

 19Respondió Jesús y les dijo: —En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; pues lo que Él hace, eso lo hace del mismo modo el Hijo. 20Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace, y le mostrará obras mayores que éstas para que vosotros os maravilléis. 21Pues así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida a quienes quiere. 22El Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha dado al Hijo, 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que le ha enviado.

24»En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no viene a juicio sino que de la muerte pasa a la vida. 25En verdad, en verdad os digo que llega la hora, y es ésta, en la que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán, 26pues como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. 27Y le dio la potestad de juzgar, ya que es el Hijo del Hombre. 28No os maravilléis de esto, porque viene la hora en la que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida; y los que practicaron el mal, para la resurrección del juicio. 30Yo no puedo hacer nada por mí mismo: según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad sino la voluntad del que me envió.

Juan (5, 31-47)

 31»Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería verdadero. 32Otro es el que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. 33Vosotros habéis enviado mensajeros a Juan y él ha dado testimonio de la verdad. 34Pero yo no recibo el testimonio de hombre, sino que os digo esto para que os salvéis. 35Aquél era la antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis alegraros por un momento con su luz. 36Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, pues las obras que me ha dado mi Padre para que las lleve a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me ha enviado. 37Y el Padre que me ha enviado, Él mismo ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz ni habéis visto su rostro; 38ni permanece su palabra en vosotros, porque no creéis en éste a quien Él envió. 39Examinad las Escrituras, ya que vosotros pensáis tener en ellas la vida eterna: ellas son las que dan testimonio de mí. 40Y no queréis venir a mí para tener vida.

41»Yo no busco recibir gloria de los hombres; 42pero os conozco y sé que no hay amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en nombre propio, a ése lo recibiríais. 44¿Cómo podéis creer vosotros, que recibís gloria  unos de otros, y no queréis la gloria que procede del único Dios? 45No penséis que yo os acusaré ante el Padre; hay quien os acusa: Moisés, en quien vosotros tenéis puesta la esperanza. 46En efecto, si creyeseis a Moisés, tal vez me creeríais a mí, pues él escribió sobre mí. 47Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?. 

 


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