miércoles, 4 de mayo de 2022

Que me dice Dios 9

 Juan (3, 16-21)

16Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 17Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18El que cree en él no es juzgado; pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del Hijo Unigénito de Dios. 19Éste es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen. 21Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios.


Juan (3, 31-36)

31El que viene de lo alto está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del cielo está sobre todos, 32y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. 33El que recibe su testimonio confirma que Dios es veraz; 34pues aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. 35El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. 36El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.


Mateo (11, 25-30)

Acción de gracias de Jesús

25En aquella ocasión Jesús declaró: —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. 26Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. 27Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo quiera revelarlo.

28»Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. 29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: 30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.


Juan (6, 16-21)

 Jesús camina sobre las aguas 

16Cuando estaba atardeciendo, bajaron sus discípulos al mar, 17embarcaron y pusieron rumbo a la otra orilla, hacia Cafarnaún. Ya había oscurecido y Jesús aún no se había reunido con ellos. 18El mar estaba agitado a causa del fuerte viento que soplaba. 19Después de remar unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba hacia la barca, y les entró miedo. 20Pero él les dijo: —Soy yo, no temáis.

21Entonces ellos quisieron que subiera a la barca; y al instante la barca llegó a tierra, al lugar adonde iban.


Juan (21, 1-19)

La pesca milagrosa 

1Después volvió a aparecerse Jesús a sus discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se apareció así: 2estaban juntos Simón Pedro y Tomás —el llamado Dídimo—, Natanael —que era de Caná de Galilea—, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3Les dijo Simón Pedro: —Voy a pescar.

Le contestaron: —Nosotros también vamos contigo.

Salieron y subieron a la barca. Pero aquella noche no pescaron nada.

4Cuando ya amaneció, se presentó Jesús en la orilla, pero sus discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. 5Les dijo Jesús: —Muchachos, ¿tenéis algo de comer?

—No —le contestaron.

6Él les dijo: —Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.

La echaron, y casi no eran capaces de sacarla por la gran cantidad de peces. 7Aquel discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: —¡Es el Señor!

Al oír Simón Pedro que era el Señor se ató la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar. 8Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces.

9Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez encima y pan. 10Jesús les dijo: —Traed algunos de los peces que  habéis pescado ahora.

11Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y a pesar de ser tantos no se rompió la red. 12Jesús les dijo: —Venid a comer.

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú quién eres?», pues sabían que era el Señor.

13Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos, y lo mismo el pez. 14Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

El Primado de San Pedro  

15Cuando acabaron de comer, le dijo Jesús a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?

Le respondió: —Sí, Señor, tú sabes que te quiero.

Le dijo: —Apacienta mis corderos.

16Volvió a preguntarle por segunda vez: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

Le respondió: —Sí, Señor, tú sabes que te quiero.

Le dijo: —Pastorea mis ovejas.

17Le preguntó por tercera vez: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: —Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero.

Le dijo Jesús: —Apacienta mis ovejas. 18En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te ceñías tú mismo y te ibas adonde querías; pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y llevará adonde no quieras 19—esto lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios.

Y dicho esto, añadió: —Sígueme.

Juan (6, 22-29)

 Las multitudes buscan a Jesús

22Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a ella con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. 23De Tiberíades otras barcas llegaron cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor. 24Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. 25Y al encontrarle en la otra orilla del mar, le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?

Discurso del Pan de Vida 

26Jesús les respondió: —En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado. 27Obrad no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó Dios Padre con su sello.

28Ellos le preguntaron: —¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?

29Jesús les respondió: —Ésta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado.

 Juan (14, 6-14)

 6—Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida —le respondió Jesús—; nadie va al Padre si no es a través de mí. 7Si me habéis conocido a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto.

8Felipe le dijo: —Señor, muéstranos al Padre y nos basta.

9—Felipe —le contestó Jesús—, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? 10¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo no las hablo por mí mismo. El Padre, que está en mí, realiza sus obras. 11Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas. 12En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y las hará mayores que éstas porque yo voy al Padre. 13Y lo que pidáis en mi nombre eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. 





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